Un estudio reciente publicado en la revista Archives of Internal Medicine, ha trabajado con la terapia cognitiva conductual para el tratamiento del dolor crónico. La terapia consistía en ayudar a las personas que padecen este tipo de dolencia a identificar su dolor y evaluar los pensamientos y conductas que se generaban a causa del dolor. La particularidad de esta terapia fue que se realizó de forma telefónica.
Según este trabajo, los pacientes que recibieron un pequeño curso telefónico de terapia cognitiva conductual, impartido por terapeutas formados, reconocieron sentirse ‘mejor’ al terminar los seis meses que duraba el tratamiento, incluso tres meses después de que finalizara este programa.
El estudio, financiado por la organización Arthritis Research UK, ha sido el primer ensayo en el que se ha impartido formación telefónica sobre terapia cognitiva conductual a personas con dolor crónico generalizado.
Se ha demostrado también que el ejercicio mejora el dolor y discapacidad, además de ayudar a estas personas a manejar sus síntomas. No obstante, este trabajo muestra que no existen ventajas adicionales en recibir ambos tipos de tratamiento sobre la opción de recibir sólo uno.
El dolor crónico generalizado es el principal síntoma de la fibromialgia y afecta al 10 por ciento de la población, siendo extremadamente difícil de tratar. Los síntomas más tardíos de esta patología son molestias por todo el cuerpo, fatiga y alteraciones del sueño. Además, este problema es una de las principales razones por las que se deriva a los pacientes a la consulta de un reumatólogo.
Muchos de los afectados tienen que dejar el trabajo por sus constantes dolores y acaban aislados. por lo que este tipo de dolencia puede derivar a otro tipo de trastornos afectivos.
En este ensayo participaron un total de 422 pacientes con dolor crónico generalizado y edades comprendidas entre los 25 y los 60 años. Fueron divididos en dos grupos, uno que practicó ejercicio y un segundo que recibió terapia conductual por vía telefónica. Un tercer grupo recibió una combinación de ambos y un cuarto los cuidados tradicionales que proporciona a estos pacientes la Atención Primaria.
Al grupo que practicó ejercicio se le ofreció seis oportunidades al mes de realizar deporte guiado por un instructor y a ellos se les recomendó practicar ejercicio entre 20 y 60 minutos diarios, incrementando la intensidad de su actividad a los seis meses.
Los resultados de las diferentes iniciativas fueron medidas a través de cuestionarios de autovaloración enviados por carta, para lo que se utilizó una escala de valoración global del paciente de siete puntos, con valoraciones que iban desde ‘mucho peor’ hasta ‘mucho mejor’. Las mediciones fueron realizadas a los seis meses, cuando terminó el tratamiento, y tres meses después. Los resultados positivos fueron catalogados como ‘mejores’ y ‘mucho mejores’.
Se ha demostrado también que el ejercicio mejora el dolor además de ayudar a estas personas a manejar sus síntomas. No obstante, este estudio muestra que no existen ventajas adicionales en recibir ambos tipos de tratamiento sobre la opción de recibir sólo uno.
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