El estudio de cualquier profesión implica una mezcla de vocación, aptitudes y actitudes orientadas a la consecución de las metas que establece dicha carrera.
Para mi particular punto de vista, una profesión es, más que nada, fruto de la
curiosidad y la pasión... y no necesariamente en ese orden.
La pasión ha de ser entendida en la 5a, 6a y 7a acepciones del término que ofrece
el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE): “Perturbación o afecto
desordenado del ánimo”, “Inclinación o preferencia muy vivas de alguien a otra
persona” y “Apetito o afición vehemente a algo”. La pasión es una emoción intensa a la que uno se habitúa; es una necesidad que se vuelve intensa, importante
y duradera. “El apasionado es un eterno inquieto que vive en la exasperación de
la tensión” (Rodríguez, 1999).
Por lo que respecta a la curiosidad, y recurriendo de nueva cuenta al DRAE,
con las reservas del caso, bien podríamos atenernos a la primera acepción: “Deseo de saber o averiguar alguien lo que no le concierne”, aun cuando esto de que
no nos concierne es muy discutible cuando de ciencia se trata. Es gracias a la curiosidad científica que gozamos de muchos de los inventos y descubrimientos
que conocemos.
La pasión y la curiosidad son importantes porque quien se entrega a ellas no
acepta el fracaso. Ambas son las alas requeridas para las grandes empresas.
La psicología requiere contar con el más profundo interés del estudiante para
que no la abandone ante las primeras vicisitudes y para que, cuanto más esquivo
parezca su conocimiento, provoque mayor intensidad en la búsqueda y en saber
Aunque con seguridad lo has escuchado en innumerables ocasiones, la psicología, como todas las ciencias, proviene de la original Filosofía, cuya reduccionista definición como “amor a la sabiduría” ha sido la inspiración para quienquiera que desee hacer ciencia en cualquier lugar del mundo. Lo que suele diferenciar
a las Humanidades es que aún conservan el cordón umbilical ligado a su ciencia
madre: así como la Lógica tiene poco sentido si se le desliga de su componente
filosófico (¿recuerdas tus clases en la preparatoria?), lo mismo ocurre si la psico-
logía fuese alejada de estas bases y de su afán por el conocimiento en términos
esenciales. Sin embargo, como alguien mencionó en cierta ocasión, “no hay ciencia erudita”; por tanto, la psicología requiere aplicarse para que su saber beneficie
a su propio objeto de estudio: el Hombre.
Así que, ¿por qué estudiar psicología?
1. Por pasión. Porque la vivas como una empresa a la que estás dispuesto a
dedicar la mayor parte de los años que te restan. La psicología es una profesión, pero se convierte en un estilo de vida que determina tus ideas, actitudes y emociones, y tiene un fuerte impacto en quienes te rodean.
2. Por curiosidad. Desde los orígenes mitológicos de la palabra, que nos
muestran a un Psique curiosa, es posible retomar esta base, pues si este deseo de enterarse de cierta cosa nos lleva al quehacer científico, estamos partiendo de uno de sus primeros factores de impulso. El deseo de saber cómo
y por qué ocurre la conducta de los individuos, conocer cómo se puede explicar, diagnosticar y pronosticar, puede, en efecto, ser un buen principio.
3. Por deseo de ayudar. Todas las profesiones humanistas comparten este interés: auxiliar a quien se encuentra en una situación desventajosa. Las ciencias de la salud ofrecen esta posibilidad, y la psicología puede proporcionar
las herramientas para apoyar a los individuos que lo necesitan, sea cual sea
el ámbito donde se halle esta necesidad: en la misma persona, en su relación
con otros individuos, en su familia, en su entorno social, en su trabajo, etcé-
tera.
4. Por sus aplicaciones prácticas. La psicología es una de esas ciencias que
permiten incursionar en campos muy diversos y hacer aportaciones importantes a cada uno de ellos. Por ejemplo, si una persona desea someterse a
un régimen alimenticio que le conduzca a una reducción de su peso corporal, más allá de la báscula y el plato del buen comer, es indispensable analizar los componentes psicológicos que le condujeron a buscar la manera de
reducir su peso, con qué apoyo contará por parte de su familia y su entorno
social, cómo percibe su imagen corporal, su nivel de autoestima y sus características de personalidad. De igual modo, si un publicista quiere lanzar
un anuncio televisivo de automóviles, entra en juego la psicología del consumidor: cómo y por qué se elige un producto sobre otro, de qué color debe ser el auto del anuncio para que el impacto promueva la compra en un sector
específico llamado público objetivo, cuánto tiempo será capaz el espectador de mantener la atención en ese anuncio (no es casual que los spots televisivos suelan ser de 30 segundos) y otras consideraciones más que permitan que el publicista tenga éxito. Sí, la psicología es multifuncional.
5. Porque no te gusten las respuestas simples. Cuando ante una situación
determinada existe el deseo de profundizar en el tema, cuando consideras
que la reflexión es indispensable para llevar a buen término una discusión,
cuando aquello que observas te merece más de una explicación y la presencia de múltiples alternativas —cada una con sus pros y sus contras—, no
sólo no te causa desesperación, sino que te reta y te agrada, entonces estás
en buen camino para estudiar psicología.
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Así como hemos hecho una lista de por qué estudiar psicología, también es necesario brindar una orientación sobre los motivos que son
condicionantes para no estudiar la carrera, toda vez que, si se hace, el resultado
sería profesionalmente desventajoso y personalmente frustrante. Si quieres leerla da clic acá.
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