El hambre de información psicológica que el público ha manifestado durante
las últimas décadas ha originado un gran mercado que R. D. Rosen (1977)
denominó en su momento «psicoblablá»: pseudociencia y fraudes barnizados con una capa de lenguaje psicológico
Los ejemplos que Rosen analizó en los
años setenta incluían reuniones grupales de fin de semana para transformar una
vida personal desastrosa; la «terapia del grito primigenio», que todavía se practica,
en la que los participantes conectan su insatisfacción actual con el trauma
del nacimiento; y «Theta», cuyo líder afirmó que «nadie muere si no quiere
hacerlo», demostrando así que, ¡no es posible creer más en el poder de la mente
sobre el cuerpo!
El innegable crecimiento del campo de la psicología clínica, y la ligereza con que
son tomados sus fundamentos epistemológicos en la acelerada sociedad actual,
donde el afán esta puesto en el resultado; hizo necesaria una reflexión en torno a
la especificidad del campo, la cual permitió visualizar las concepciones y
metodologías que orientan el hacer práctico de un campo que ha sido la bandera
identificatoria de la psicología a lo largo de estos cien años de crecimiento.
Los programas individuales y los grupos terapéuticos basados en el psicoblablá
han cambiado de nombres y de mentores desde que Rosen los describiera,
pero conservan elementos comunes.
Todos prometen soluciones rápidas y
sencillas para los problemas y las necesidades emocionales; todos emplean un
lenguaje que suena vagamente científico y psicológico, con frases como «entrar
en contacto con el yo verdadero», «reprogramar el cerebro» o «identificar las
capacidades inconscientes». Algunas formas de psicoblablá juegan con la
pasión actual por la tecnología y así se comercializan aparatos diversos que
garantizan el funcionamiento al máximo rendimiento de los dos hemisferios
cerebrales (Chance, 1989): el Potencializador Graham, el Tranquilizador, el
Flotarium, el Estimulador Electro-Neural Transcutáneo, el Supercargador
Cerebral y el Sincro-Energetizador de Ondas Cerebrales Totales (no nos hemos
inventado estas marcas). También es posible encontrar todo tipo de psicoblablá en Internet, donde los patrocinadores prometen que un CI más alto, el amor
perfecto o una personalidad más atractiva están a un solo clic del ratón.
Son tantas las ideas de la psicología popular que se han instalado en el conocimiento
común, en los medios de comunicación, en la educación e incluso en
la legislación, que es necesario distinguir entre el psicoblablá y la psicología
seria, y también entre las creencias populares carentes de fundamento y los
resultados apoyados por datos obtenidos en la investigación
¿Es posible
«reprimir» los recuerdos dolorosos y recordarlos más tarde con precisión como
si hubieran sido grabados en vídeo? ¿Padecen la mayoría de las mujeres los síntomas
emocionales del síndrome pre-menstrual? ¿Reducen las tasas de alcoholismo
los programas de abstinencia del alcohol? ¿Se convierten inevitablemente
los niños maltratados en padres maltratadores atrapados en un «ciclo de abusos
»?
Como podrá ver, estas y otras muchas creencias populares
entran en contradicción con los datos.
La psicología tiene muchos competidores acientíficos: quiromancia, grafología,
adivinación, numerología y astrología, la más popular de todas. Al igual
que los psicólogos, los practicantes de estas «artes» intentan
explicar los problemas personales y predecir la conducta.
Por ejemplo, si usted tiene problemas amorosos, una astróloga
podría aconsejarle que eligiera como próxima pareja a
un Aries en vez de a un Acuario y un «canalizador de vidas
anteriores» podría decirle que sus problemas se deben a que
usted fue una rompecorazones en una vida anterior.
La
creencia en lo paranormal y en la pseudociencia está muy
extendida incluso en los países con un gran desarrollo científico.
Entre un tercio y la mitad de los estadounidenses y
canadienses creen en la Astrología y el 17% de los primeros
ha consultado alguna vez a adivinos o brujos en busca de
consejo (De Robertis y Delaney, 2000; National Science
Board, 2000).
Sin embargo, cuando las afirmaciones que hacen astrólogos
y adivinos se ponen a prueba, o están completamente
equivocadas o son tan vagas que en realidad carecen de significado
(Park, 2000; Rowe, 1993).
Algunos de los videntes más famosos del
mundo entero predijeron: que en el año 2000 el príncipe Carlos de Inglaterra
viajaría en el transbordador espacial, que se descubriría un dinosaurio carnívoro
gigantesco en África, que un gran terremoto destruiría Los Ángeles y San
Francisco y que se podría encargar la cena a través de la televisión interactiva
y encontrarla servida en la mesa en el siguiente corte publicitario (suponemos
que salvo en el caso de los desdichados habitantes de Los Ángeles y San
Francisco; Emery, 2001).
Obviamente, ¡estos adivinos tan famosos estaban
equivocados! Es más, ninguno de ellos ha encontrado nunca a ningún niño desaparecido,
ni ha identificado a ningún asesino en serie, ni ha ayudado a la policía
a resolver ningún crimen con sus «poderes paranormales», a pesar de que
en los medios de comunicación aparezcan continuamente noticias sobre videntes
que llevan a cabo este tipo de tareas (Rowe, 1993; Shermer, 1997). Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, en que el World Trade
Center fue destruido sin que ningún vidente hubiera predicho la mayor tragedia
ocurrida nunca en suelo estadounidense, tendrían que haber sido el tiro de
gracia a la defensa de los poderes paranormales.
Quizá la principal diferencia entre el psicoblablá y la psicología científica es
que el primero intenta confirmar las creencias y los prejuicios ya existentes, lo que constituye precisamente su principal atractivo, en tanto que la psicología
suele cuestionarlos. No hace falta haber estudiado psicología para saber que
nadie se toma bien que pongan en duda sus creencias, por eso pocas veces oirá
decir, «Muchas gracias por explicarme por qué la filosofía que he seguido toda
la vida en la educación de los niños está equivocada. ¡De verdad, le agradezco
que me haya mostrado claramente los hechos!» y sin embargo más a menudo
oirá, «Déjeme en paz y váyase con sus ideas absurdas a otra parte»
Aunque la psicología cuestione algunas creencias populares, sus datos no tienen
que ser necesariamente sorprendentes para ser importantes y los profesionales
de la psicología, al igual que ocurre en otros ámbitos, no sólo intentan
descubrir fenómenos novedosos, sino profundizar en la comprensión del entorno
ordinario, por ejemplo, identificando tipos de amor, los orígenes de la violencia
o las razones que explican que una buena canción nos anime..
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