De la colección: Aprende a pensar
Sostenía el filósofo alemán Arthur Schopenhauer que el des- tino de las grandes verdades es el de aparecer en un primer momento como paradójicas para normalizarse después como triviales. Esa observación es válida para las en otro tiempo revolucionarias tesis freudianas.
En la actualidad, integrado el psicoanálisis en la vida cotidiana, suena algo lejana la cruda aseveración de Sigmund Freud a su colaborador Cari Gustav Jung a la vista del puerto de Nueva York y la célebre estatua de la Libertad: «No saben que les traemos la peste».
Comparte con tus amigos y recomienda nuestra página. Así mismo buscanos en facebook para mantenerte actualizado de todas nuestras publicaciones.
Fue el psicoanalista francés Jacques Lacan quien difundió esta famosa anécdota que, aunque se ha revelado como falsa (en realidad, parece que Freud se limitó a afirmar: «Se sorprenderán cuando sepan lo que tenemos que decir»), expresa perfectamente lo que supuso en su tiempo la irrupción del psicoanálisis.
Hoy, ante el avance de una neurociencia
que reduce la psique humana a sus contenidos neuronales
y otros modelos terapéuticos más adaptativos que críticos,
el psicoanálisis corre el riesgo de diluirse en una especie de
psicoterapia o de psicología para masas, perdiendo el halo
revolucionario que siempre fue la marca de su creador vienés.
Y es así porque, con el paso del tiempo, esta práctica se
ha acabado integrando en nuestra cultura y lenguaje, incluso
hasta el punto de convertirse en un lugar común. ¿Quién no
ha escuchado o empleado alguna vez palabras como «lapsus», «complejo», «inconsciente» o «libido», todas ellas
clave del vocabulario psicoanalítico? Gracias al cine, la televisión y la cultura popular, Freud se ha convertido en un
maestro de la contemporaneidad ampliamente conocido,
aunque no siempre bien comprendido.
La escena ha sido glosada por muchos de sus biógrafos.
En 1906, con motivo de su quincuagésimo cumpleaños, un
reducido círculo de admiradores regaló a Freud un singular
medallón. En una de sus caras aparecía el retrato del maestro; en la otra, un motivo griego que representaba al trágico héroe Edipo contestando a la fatal cuestión lanzada por
la Esfinge. En el medallón, inscrita, la siguiente estrofa de la
tragedia Edipo rey de Sófocles: «Solucionó el enigma, y fue
un hombre realmente grande». De ahí la imagen del psicólogo del inconsciente como caballero solitario en lucha contra
un ambiente hostil, un hombre solo comprometido con la
verdad, cuyo destino no fue otro que el de hacer estallar los
estrictos corsés del puritanismo con unas ideas consideradas
entonces poco menos que sacrilegas.
Pese a surgir originariamente como una investigación
psicológica interesada en solucionar problemas concretos,como la histeria o la neurosis, todos ellos concernientes al
estricto ámbito de la medicina, el psicoanálisis desbrozó
pronto un camino inédito para la autocomprensión de los límites e ilusiones del pensamiento moderno. Lo hizo gracias
al descubrimiento del inconsciente, un elemento que vino
a cuestionar la racionalidad básicamente consciente sobre
la que se había querido cimentar hasta ese momento toda
actividad humana, incluida la filosofía. Freud enseñó que ni
siquiera el Yo manda en su propia casa, que la mayor parte
del pensamiento consciente no es otra cosa que disimulo,
mera racionalización o desplazamiento de pensamientos y
deseos de los que preferimos ser inconscientes.
El propósito de este
libro es clarificar las principales ideas de ese ambicioso proyecto suyo llamado psicoanálisis.
Para descargar este libro solamente dá clic acá.
Además puedes consultar las siguientes publicaciones que les serían de utilidad:
Uso de Cookies: Este portal, al igual que la mayoría de portales en Internet, usa cookies para mejorar la experiencia del usuario. clicking on more information
Disqus comments