Si de algo padece la psiquiatría de hoy es de un esfuerzo continuo por ser científica.
En esta época de la medicina basada en la evidencia, las psiquiatrías intentan
denodadamente formar parte del corpus teórico de la medicina. La dificultad estriba en
que su objeto de estudio es la psique humana y su enfermar es un asunto espinoso con
múltiples ramificaciones filosóficas, antropológicas y sociales.
Como método de argumentación de este portal hemos optado por recurrir a los estudios
publicados en las revistas más prestigiosas de las psiquiatrías. En éstas, siempre han
existido opiniones que prevalecen sobre otras fundándose en los resultados de los
estudios denominados científicos. De modo que, aquello que no disponía de dicha
argumentación, carecía de valor. Nuestra sorpresa ha sido mayúscula cuando hemos
comprobado que gran parte de las opiniones imperantes en las psiquiatrías, que tanta
evidencia habrían encontrado, también atesoran otros tantos estudios que demuestran
que dichas opiniones no son más que falacias. Esas son las cosas que tu docente en la facultad nunca te dijo, aquellos estudios que ponen en cuestión la ideología vigente.
Lo que nos
muestra que las psiquiatrías, como cualquier otra disciplina humana, son tan imperfectas
que resulta ciertamente ridículo verlas mirarse en el espejo de la vanidad. Esto,
pensamos, convierte lo supuestamente evidente en algo de otro orden, quizás algo más
relacionado con el ejercicio del poder de la opinión dominante.
Las escalas
Esta idea está muy presente en las escalas. Las escalas son una herramienta de
medición imprescindibles en los estudios psiquiátricos. Podemos medir, por ejemplo,
antes del tratamiento y después, y ver así la eficacia de éste. El problema reside en cómo
saber que en psiquiatría una escala mide aquello que nosotros queremos. La medición en
el campo de la ciencia es muy útil, por ejemplo, para medir los átomos de uranio que
pasan por un tubo imantado o los niveles de azúcar en sangre. Pero en psiquiatría las
escalas miden afectos, impresiones, cuantifican la felicidad, la tristeza, la hostilidad o el
dolor. Es decir, cuestiones que tienen que ver con la subjetividad y que atraviesan la
matriz del lenguaje como esa estructura en la que no todo se puede decir.
Hay que tener en cuenta que, normalmente, una escala se valida siempre atendiendo a
otra escala que sirve de referencia. Por tanto, podemos decir que la escala ficticia
Mayflower Pilgrim de depresión para la esquizofrenia está validada, es decir, mide lo
que mide porque la otra escala ficticia McMardigham de depresión mayor de Toronto así
lo confirma. Ésta, a su vez, fue en su día validada por otra.
Entramos así en una espiral
infinita donde nos ataca una duda, ¿hubo un momento en que se creó la escala
primigenia? Lógicamente, esta primera escala es del orden del mito, más cercana a las
deidades que a la ciencia. Pero se da por buena, por lo que podemos, de esta manera,
conocer uno de los pilares de la ciencia psiquiátrica, que es el acuerdo entre
profesionales. Cuando se intenta reducir la subjetividad a la ciencia, lo que equivale a
borrarla, deshacerse de ella, ésta retorna, y en este caso lo hace en forma de acuerdo
entre profesionales.
Los ensayos clínicos
Si nos adentramos un poco más en la investigación científica en psiquiatría sobre la
eficacia de los tratamientos, vemos que está condicionada a un tipo de dispositivo muy concreto que se conoce como «ensayo clínico». Este dispositivo consiste en una especie
de estudio experimental en el que se asignan aleatoriamente sujetos o pacientes a
diferentes condiciones de tratamiento. Normalmente, se reparten entre una condición de
control, donde reciben un placebo o un tratamiento cuya eficacia se haya demostrado
con anterioridad; y una condición experimental, donde se les da el fármaco cuya eficacia
se quiere demostrar. La información que se obtiene en cada estudio se trata mediante
análisis estadístico y los datos de diferentes estudios se agrupan con una herramienta
estadística que se conoce como meta-análisis. Así pues, los ensayos clínicos y el meta-
análisis son aquello en lo que se basa la denominada Medicina Basada en la Evidencia,
que es el enfoque de la medicina en el que se supone que se toman decisiones basadas
únicamente en la evidencia obtenida en la investigación científica. De esta investigación
salen las guías clínicas para la práctica médica cotidiana.
Este modo de proceder fue implantándose en psiquiatría a medida que la industria
farmacéutica se vio en la obligación de disponer de un dispositivo para poder justificar el
uso de los medicamentos ante la falta de un modelo biológico o un modelo animal
adecuado que explicara el mecanismo de acción de los fármacos o de la enfermedad. Se
optó entonces por comparar los efectos que se producían en aquellos que tomaban el
medicamento, con los efectos que se producían en aquellos que no lo hacían
. No era
el conocimiento preciso del cerebro lo que determinaba la eficacia de los psicofármacos,
sino las pruebas que se llevaban a cabo en los ensayos clínicos.
En un primer momento, nadie pensó que los profesionales pudieran ir perdiendo la
capacidad de utilizar los resultados de los estudios según su propio criterio clínico y saber
cómo aplicarlos en cada caso concreto, dado que las condiciones de la vida real siempre
distan de las controladas condiciones experimentales. Sin embargo, después de un
tiempo, parece que ésta es una tendencia que ha ido ganando terreno. Las guías clínicas
van imponiendo una especie de tiranía que reduce la capacidad de decisión del clínico y
abre la brecha del peligro de la desresponsabilidad real hacia su propia práctica, haciendo
que sólo le importe cumplir los protocolos y evitar las demandas por mala praxis
derivadas de su incumplimiento.
Existe el riesgo además de que este novedoso
enfoque de la ciencia médica se pueda convertir en algo propio de la ciencia ficción, no
siendo necesario en un futuro que los prescriptores de psicofármacos tengan que estar
médicamente cualificados. No sólo se pierde el criterio clínico en este nuevo orden de
cosas, sino que también se erosiona la inestimable relación con el paciente. Lo que se gana en consenso y en estandarización de protocolos se pierde en saber apreciar el caso
concreto, la escucha, la consideración de la individualidad y la posibilidad de atender a la
persona que está detrás de la enfermedad, algo que cualquier práctica humana que se
digne jamás debería dejar de lado.
Entre ciencia y negocio
Uno de los principales riesgos de este novedoso método de investigación reside en que
todo este montaje se pueda llegar a mercantilizar. Sin duda, hay un mayor control e
influencia en la práctica clínica si se instauran las guías clínicas que si se deja actuar a los
profesionales según su propio criterio. Si a esto añadimos que quien financia los ensayos
clínicos en los que se basan las guías es —por lo general— la industria farmacéutica, no
podemos estar seguros de que su único interés sea conocer la verdad sobre la eficacia de
un fármaco determinado, y estamos dejando así la puerta abierta para hacer de la
práctica clínica un negocio. Más allá de esto, y en caso de ser así, toda esta acumulación
de datos no tendría tanto que ver con una ciencia, como con el arte de gestionar y vender
un producto determinado, es decir, no sería más que una estrategia de marketing en toda
regla. No podemos pensar que por el hecho de que algo se mida, se contraste, se cifre,
se compare o se calcule tenga que ser una ciencia.
Además, tampoco es que se trate de una ciencia muy precisa. Se sabe que el meta-análisis es una técnica antigua y débil que no tiene en cuenta los detalles de las condiciones experimentales, como por ejemplo, que el paciente se tome la medicación
realmente; o que hay aspectos de las relaciones entre las personas, propios de una
práctica de la palabra, que escapan al control de los dispositivos de los ensayos clínicos; a
todo esto tenemos que añadir que los gestores sanitarios no sólo buscan la calidad de la
asistencia, sino que también tienen en cuenta consideraciones financieras, dos objetivos
que, con frecuencia, entran en conflicto. Es decir, por una parte, nadie duda de que se
pueden llegar a manejar potentes herramientas estadísticas para el análisis de los datos.
Sin embargo, si nos acercamos a los detalles de los ensayos clínicos nos encontramos
con el hecho de que para medir estados y situaciones complejas en las vidas de las
personas se usan cuestionarios demasiado simples con opciones de respuesta muy
cuestionables, como pasa por ejemplo con la escala Hamilton para medir la depresión,
donde uno puede obtener una mejoría significativa si empieza a dormir. Esto no quiere decir que el fármaco haya mejorado la depresión, sino que simplemente funciona muy
bien como somnífero.
Extracto del libro "Lo que no te dijeron de la psiquiatría"
Por otra parte, la cuestión importante, y donde más cuidado se debe tener, es cuando
al profesional se le exige aplicar un tratamiento determinado porque ha demostrado su
eficacia en los ensayos clínicos. Existe una presión en este sentido. Si alguien no utiliza
un tratamiento cuya eficacia se haya demostrado, no estará llevando a cabo una buena
práctica y podría ser sancionado por ello. Como decíamos, esto hace desmerecer todas
las peculiaridades y sutilezas de la relación terapéutica que el profesional mantiene con el
paciente, y que le podrían llevar a tomar una decisión más conveniente para el paciente.
Como bien apunta el profesor Berrios, nadie ha llevado a cabo nunca un estudio para
saber si seguir un tratamiento eficaz es significativamente mejor que tomar decisiones
basadas en la propia experiencia
. Lo que sí sabemos es que los tratamientos en
psiquiatría, a pesar de los avances técnicos en los diseños experimentales, los protocolos,
las guías y los ensayos clínicos, parecen funcionar siempre, tanto antes como ahora,
según la «regla de los tercios»: un tercio se recupera, otro tercio se recupera parcialmente
y un último tercio no consigue recuperarse
Uso de Cookies: Este portal, al igual que la mayoría de portales en Internet, usa cookies para mejorar la experiencia del usuario. clicking on more information
Disqus comments