En los últimos decenios se han llevado a cabo investigaciones sobre aspectos
genéticos, hormonales y anatómicos de la homosexualidad (Mustanski,
Chivers & Bailey, 2002; Rutter, 2006). Uno de los trabajos con resultados
más claros fue el de Bailey y Pillard (1991) que estudió la homosexualidad
masculina en gemelos monocigóticos, dicigóticos y hermanos adoptivos. Esto
se hizo con el fin de investigar la influencia de la genética sobre la homosexualidad
masculina. Ellos encontraron que en los gemelos idénticos, si uno
era gay el otro gemelo también lo era en el 52% de los casos; en los gemelos
dicigóticos sólo el 22% lo era, y en los hermanos adoptivos únicamente el 11
% lo era. Esta investigación buscó controlar todos los factores relevantes para
evitar errores, que son frecuentes al investigar la relación herencia-ambiente.
Bailey, Pillard, Neale y Agyei (1993) estudiaron los factores hereditarios
en la orientación sexual de las mujeres. Encontraron resultados similares a los
hallados antes con varones. El 48% de las mujeres gemelas monocigóticas lesbianas
tenían su hermana gemela lesbiana; sólo el 16% se presentaba en el caso
de gemelas dicigóticas, y únicamente 6% en el caso de hermanas adoptivas.
Estos autores concluyen que aproximadamente entre el 30% y el 70% de la
varianza fenotípica (la manifestación conductual) de la orientación sexual en
ambos sexos puede explicarse genéticamente. Estudios posteriores han encontrado
resultados similares, incluso con porcentajes más altos de concordancia
en orientación sexual entre los dos miembros de la pareja de gemelos monocigóticos.
Hamer y sus colaboradores (1993) encontraron además un marcador genético para la homosexualidad en varones; el análisis de 114 familias de
hombres homosexuales junto con un análisis de ADN y cromosómico en un
grupo de 40 familias en las cuales había dos hermanos gay, llevó a los investigadores
a afirmar que era altamente probable que hubiera una influencia
genética en el desarrollo de la orientación sexual masculina.
La influencia de las hormonas sobre la orientación sexual también ha sido
objeto de estudio. Lo primero que se halló fue que los niveles de testosterona
no difieren en hombres homosexuales y heterosexuales. Tales niveles de hormonas
varían mucho en diferentes hombres, como consecuencia de diversos
factores tales como dieta, ejercicio, uso de drogas, salud, etcétera. Pero no son
diferentes en homosexuales y heterosexuales.
Estudios controlados afirman que el cerebro en desarrollo se masculiniza
por la exposición a los andrógenos durante períodos críticos de desarrollo
prenatal o temprano en la vida posnatal; la ausencia de esas hormonas en
períodos claves resulta con frecuencia en un cerebro feminizado. Esta teoría
neurohormonal de la diferenciación sexual ha sido tomada muy en serio por
los investigadores, incluso psicólogos. Una persona con un cerebro feminizado
presentaría conductas similares a las femeninas.
Dorner y sus colaboradores (1975) y Dorner (1976), en estudios tempranos,
encontraron que los homosexuales presentan una respuesta ante la hormona
luteinizante (HL) similar a la de las mujeres y no a la de los hombres heterosexuales.
Además, la respuesta de feedback positivo en la HL ante los estrógenos
se considera que se debe a las diferencias en el desarrollo del cerebro
durante la vida prenatal. Se afirma, con base en estos trabajos, que los homosexuales
tienen un hipotálamo femenino. Sin embargo, estudios posteriores
consideran que estos trabajos adolecen de errores metodológicos y que las
diferencias a la HL están mediadas por procesos gonadales (tal vez la testosterona).
Las lesbianas, por otra parte, poseen una respuesta masculina ante la
HL. En síntesis, el funcionamiento de las hormonas cerebrales es diferente en
personas con distinta orientación sexual.
¿Existen genes gay? Hamer et al. (1993) realizaron las investigaciones que
están más cercanas a dar una respuesta positiva a esta pregunta. Ellos encontraron
que un conglomerado de marcadores en un extremo del cromosoma X,
en una región cuyo nombre técnico es Xq28, lo compartían hermanos gay con
una tasa más alta que el 50%. Los análisis estadísticos mostraron que era extremadamente
improbable que esto se debiera al azar. Por el contrario, parece
que un gen en la región Xq28 del cromosoma X predispone a los varones a ser
homosexuales o heterosexuales.
De hecho, el gen como tal no se ha aislado. De todos modos, parece que
influye en el desarrollo de las regiones del cerebro que desempeñan un papel
importante en generar la conducta y los sentimientos sexuales, ante todo el
hipotálamo.
NEUROANATOMÍA
Se han encontrado diferencias neuroanatómicas entre homosexuales y heterosexuales en tres estructuras importantes, a saber:
Se han encontrado diferencias neuroanatómicas entre homosexuales y heterosexuales en tres estructuras importantes, a saber:
a. El núcleo supraquísmico es más grande y alargado en homosexuales que
en heterosexuales. También es más alargado en mujeres que en hombres.
Esto tiene que ver con la generación y coordinación de ritmos hormonales,
fisiológicos y psicológicos.
b. En la región preóptica medial del hipotálamo se encuentran los núcleos intersticiales
del hipotálamo anterior (INAH). Uno de ellos, el INAH-3 es de
dos a tres veces más grande en varones heterosexuales que en varones homosexuales.
También es más grande en varones heterosexuales que en mujeres.
En promedio, tiene el mismo tamaño en varones homosexuales que en
mujeres.
c. La comisura anterior es un tracto de fibras que conecta los lóbulos temporales
de los dos hemisferios cerebrales, y es más grande en homosexuales que
en heterosexuales. Es también 12% más grande en mujeres que en varones.
Se ha encontrado que es, incluso, mayor en hombres homosexuales que en
mujeres.
En el estado actual de nuestros conocimientos, podemos afirmar que los cambios
estructurales entre los hombres homosexuales y heterosexuales ocurren
durante el período inicial de diferenciación sexual del hipotálamo. Un posible
mecanismo evolutivo que explique la diferencia de tamaño en el INAH-3 de
homosexuales y heterosexuales es que en los fetos de estos dos grupos de personas
existen diferencias en los niveles de andrógenos circulantes durante el
período crítico para el desarrollo del INAH-3. Otra posible explicación es que
aunque los niveles de andrógenos sean los mismos, los mecanismos celulares
por medio de los cuales las neuronas del INAH-3 responden a las hormonas
sean diferentes en homosexuales y heterosexuales.
Sin duda, tanto la homosexualidad como la heterosexualidad resultan, al
menos en parte, por interacciones específicas entre las hormonas sexuales androgénicas
y el cerebro en desarrollo. Parece que existen diferencias intrínsecas, determinadas genéticamente en los receptores de hormonas del cerebro
(receptor de andrógenos, receptor de estrógenos, y por lo menos dos receptores
relacionados con los estrógenos).nbsp;
Estas investigaciones nos llevan a afirmar lo siguiente, teniendo en cuenta
la compleja y multivariada interacción de factores neuroanatómicos, hormonales
y conductuales:
1. Los varones homosexuales poseen una estructura neuroanatómica relativamente
más parecida a la de las mujeres que a la de los varones heterosexuales.
2. Tales diferencias se establecen muy temprano en la vida.
3. Influyen sobre el comportamiento.
4. Los estímulos sociales y ambientales posnatales pueden alterar las respuestas
a las hormonas, y pueden influir sobre el desarrollo neural posnatal.
5. El sistema nervioso central se diferencia debido a la influencia de factores
hormonales, genéticos y ambientales, en algunos casos hasta los cuatro años
de edad en los seres humanos.
6. Es absurdo afirmar que “biología es destino” y tales asociaciones hormonales
y neuroanatómicas pueden ser simplemente correlacionales y no causales.
CONCLUSIÓN
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Investigar las causas de la orientación sexual ha sido una tarea compleja. Hace
25 años se enfatizaban los factores de aprendizaje, mientras que a comienzos
del siglo enfatizamos los factores genéticos y hormonales.
Seguramente una interacción entre parámetros genéticos, hormonales y de
comportamiento pueda explicar más adecuadamente esta pauta de conducta,
que ha existido a lo largo de toda la historia y cuyo significado evolutivo no
se conoce muy bien.
Como miembros de un grupo minoritario, los homosexuales no han sido
bienvenidos en la sociedad mayoritaria. La creación social del mal y el estigma
asociado con ser diferente han desempeñado un papel de gran importancia
(véanse Toro-Alfonso y Varas Díaz, 2006). A estos problemas nos referimos
a continuación.
Además puedes consultar las siguientes publicaciones que les serían de utilidad:
Hasta la próxima
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