¡Todos somos Imanes Humanos!
En lo relativo a relaciones románticas, ¡todos somos imanes humanos! El
Síndrome del Imán Humano es la explicación metafórica de la fuerza
inconsciente que reúne parejas opuestas pero compatibles en una relación
duradera y estable. El Síndrome del Imán Humano
conceptualiza la atracción dinámica a través de la metáfora de una brújula y
de unos imanes, que, como todas las cosas reales, operan según las
propiedades del electromagnetismo. Como imanes humanos, nos sentimos
empujados hacia compañeros románticos cuya “polaridad magnética” es
opuesta a la nuestra.
A pesar de nuestros esfuerzos por encontrar una pareja romántica que nos
ame, nos respete y nos cuide de manera incondicional involucrándose de
manera recíproca en la relación, estamos inclinados a guiarnos según nuestra
metafórica “brújula de amor” que dirigirá poderosamente nuestras decisiones relacionales.
Ya sea que nos demos cuenta o no, todos utilizamos una brújula
así cuando buscamos una pareja romántica ideal. Estamos obligados a seguir
la dirección en la que somos conducidos, independientemente de que
tengamos intenciones conscientes de tomar una ruta diferente. A pesar de las
promesas que nos hacemos a nosotros mismos respecto a hacer elecciones
razonables, seguras y saludables, somos incapaces de resistir la cautivadora
fuerza que nos empuja en la dirección que la brújula indica. Los amantes
desdichados, por lo tanto, se unen inevitablemente no por sus decisiones
conscientes, sino debido a que sus brújulas han dirigido a cada uno hacia el
abrazo amoroso del otro.
Atracción complementaria
La atracción es formidable y resulta virtualmente imposible oponerse a ella.
Es inflexible, ya que desafía los intentos conscientes de modificarla o
controlarla. Independientemente de las promesas que uno se haga, a sí mismo
o a los demás, de no repetir los errores de las relaciones pasadas, se sigue un
patrón aparentemente automático y predeterminado, guiado de forma
magnética. A pesar de las señales de advertencia o de los obvios signos de
peligro, es casi imposible romper la atadura magnética que une estos roles
perfectamente compatibles, sean saludables o disfuncionales.
La atracción magnética también tiene la capacidad de coaccionar a los
amantes infelices de manera crónica para que permanezcan en su relación, a
pesar de estar descontentos, insatisfechos o heridos. Esta fuerza de atracción
es suficientemente potente para socavar nuestras convicciones personales
profundamente arraigadas, nuestros valores y moralidad, eclipsando incluso
las costumbres y tradiciones sociales indoctrinadas por nuestra familia,
cultura, religión o sociedad. Por mucho que pudiéramos tratar de oponer
resistencia al poder fascinante del Síndrome del Imán Humano, muchos de
nosotros caemos presa de su consabida naturaleza seductiva y controladora.
¿A qué edad somos “magnetizados”?
Aunque es imposible determinar la edad exacta en la cual el Síndrome del
Imán Humano impacta nuestras opciones en cuanto a las relaciones íntimas,
se estima que se manifiesta por primera vez entre los 21 y los 25 años de
edad o al final de la edad adulta temprana. Antes de la aparición del
Síndrome del Imán Humano, las opciones relacionales por lo general están guiadas por influencias innatas experimentadas en la adolescencia, que es
cuando experimentamos de manera personal y social con el fin de desarrollar
preferencias conscientes en referencia a las relaciones. Esto puede parecer
como una contradicción, ya que se explicó anteriormente que el modelo
relacional se forma en la primera infancia. Pero no es un contrasentido,
puesto que los procesos psicosociales normales del desarrollo influyen en y
mejoran este modelo.
No es anormal o atípico que los codependientes tengan experiencias de
relaciones tempranas con personas más sanas, que no sean narcisistas
patológicos. Pero hacia la edad de 21 años, cuando el modelo relacional se
activa, las opciones relacionales se rigen por procesos inconscientes más
poderosos, que obligan a la persona a sentirse paradójicamente segura y a
gusto con un posible amante cuya personalidad evoca las experiencias que en
la infancia tuvo con su progenitor patológicamente narcisista. Esto a menudo
sucede de manera paralela al momento de la vida de la persona en el que ésta
empieza a contemplar la posibilidad de tener una relación íntima con un
compromiso a largo plazo, es decir, cuando va a tomar la decisión de “sentar
cabeza”.
¡Las compañías de citas por Internet están completamente equivocadas!
Por desgracia e infortunadamente, todos los esfuerzos para escribir la propia
biografía, escoger las mejores fotografías y ajustarse a las categorías más
descriptivas y representativas de la propia personalidad y estilo de vida no
sirven para nada; simplemente no tienen importancia alguna. Para colmo de
males, es inútil confiar en la lectura cuidadosa y la interpretación del perfil de
intereses de un amor potencial, mientras se escanea cada píxel de su
fotografía con un lente de aumento buscando posibles pistas o señales de
alerta. En pocas palabras, la química de los encuentros con fines románticos
no está basada en el tipo corporal, intereses musicales, películas favoritas,
inclinaciones políticas, educación, religión y otros criterios de la posible
pareja. ¡Está basada en el Síndrome del Imán Humano!
Cuando la mujer acostumbrada a cuidar siente la dicha química ante el
aspirante narcisista romántico, no es por alguna similitud que ella comparta
con él. No, en absoluto. Es la activación de mecanismos de atracción
psicológicos inconscientes que reconocen una “pareja de baile” perfecta lo que hace que le de uno o dos vuelcos a su corazón. Su audacia, carisma,
confianza en sí mismo y encanto, crean la ilusión de que éste ha sido el
hombre con quien ella siempre había soñado. Lo que no sabe es que, siendo
ella codependiente, ha elegido nuevamente a otro más de la larga lista de
narcisistas.
Por supuesto, la química del Síndrome del Imán Humano va en ambos
sentidos. La maquinaria química inconsciente del Sr. Perfecto también ha
sido estimulada. Su corazón se alborota ante este ángel perfecto de mujer que
lo escucha, llora por él y valida todo el trato injusto que él ha recibido de sus
ex esposas que le exigen manutención para los hijos, de la oficina de
impuestos que está detrás de sus declaraciones de impuestos entregadas tarde
o que no aparecen y la larga lista de trabajos que no funcionaron porque sus
jefes se sentían “amenazados” por su “intelecto superior y habilidades
administrativas”. Y, obviamente, el Sr. Perfecto, mejor conocido como el
narcisista, también se ganó la lotería en esta relación.
Cuando dos aspirantes
románticos se encuentran, ya sea por casualidad o por un cuidadoso proceso
de selección utilizado en un servicio de citas por internet, si sucediera que sus
auto-orientaciones fuesen opuestas y que su continuum o valores del yo se
ajustasen de manera perfecta para crear un equilibro con ecuación cero,
inmediatamente se sentirían a gusto el uno con el otro, en un ambiente
familiar y seguro. Casi siempre sucede de esta manera. Sólo pregúntele a
algunos de sus amigos, piense en su propia familia o analice su propia
historia de citas
La gente a cargo de las grandes empresas de citas por internet o bien no
conoce el Síndrome del Imán Humano o le rehúye a las complicadas
explicaciones psicológicas tipo “culpe a sus padres”. Estoy seguro de que la
promesa de encontrar una pareja perfecta o alma gemela vende más
suscripciones que el emparejamiento de tipos de personalidad similarmente
solitarias e infelices —codependientes y narcisistas. Es difícil imaginar este
tipo de empresas adoptando la explicación del Síndrome del Imán Humano
por encima de la investigación y el desarrollo, la comercialización y las
campañas publicitarias multimillonarias que descansan sobre la promesa de encontrar un alma gemela debido a un algoritmo científico que
supuestamente combina adecuadamente las parejas.
PDF: El síndrome del imán Humano – ¿Por qué queremos a quienes nos hieren?
Este libro trata del amor y de la búsqueda de una pareja romántica para toda
la vida. Desde los albores del primer beso en la Era de Piedra, hombres y
mujeres se han visto atraídos de manera irresistible y magnética hacia una
relación romántica, más por fuerzas invisibles que por lo que ven, sienten y
piensan.
Cuando se da un encuentro entre individuos con antecedentes
emocionales saludables, la “fuerza del amor” irresistible crea una relación
sostenible, recíproca y estable. De manera similar, los codependientes y los
narcisistas patológicos se ven envueltos en un estado de ensueño seductor; sin embargo, este se convierte más adelante en un doloroso “subibaja” de amor,
dolor, esperanza y decepción. El alma gemela de los sueños del
codependiente se convertirá en el narcisista patológico de sus pesadillas
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